Matilde elige la luz natural para ponerse a escribir. Caligrafía con esmero cada uno de los gestos pasados al papel perfumado por el roce de sus dedos meñique y anular, depositarios de ese olor a sándalo que ella tiene impregnado.
La tinta de recarga en una pluma estilográfica, elegida entre muchas de su colección, como quien selecciona un pañuelo que combine con el traje que lleva puesto.
Deja volar su imaginación y actualiza sus recuerdos.
Un paseo a la orilla del mar. Un amor temprano. Ojos rasgados y pasión.
Nació libre y se sometió a la mordaza y cadenas, para hacer su santa voluntad.
Tras las ventanas se ocultan vidas que no se pueden ventilar.
Mezcla en cuartillas, amarilleadas por el paso del tiempo, verdades y mentiras piadosas. Palabras que no se pueden pronunciar.
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