Susi, no me das tu voz para seguir.
Ya sé que soy yo quien te trajo, pero no puedo hacer trampa.
Mientras no surjas de mis entrañas, no sabré a que atenerme contigo.
No puedo cerrar el ciclo.
No sé si escuchas mis latidos.
Paso por el camino del duelo, deshilando y ovillando.
Sueños recrean su presencia perdida.
Es posible que deba vivirlo en ellos.
Tú sabrías.
Pasaste por esa pérdidas.
Así evolucionaste en esa novela que por estar en futuro no puedo cerrar.
¿Quién me mandaría a mí meterme en ese berenjenal?
Longeva te haces.
Tanto que no sé en que momento terminarás tu transitar en estos bucles de lo imaginado.
A través de ti vivo y veo lo que en otro tiempo ni intuí.
Se van.
Es así.
Y queda esperar.
Tú enunciaste, en ese tiempo narrado, esa verdad.
Esperar a que el ciclo cierre y nos lleve a un no espacio y no tiempo en el que no hay identidad.
Que todo es mentira, me dejó mi mamá esa verdad.
Nos inventamos cada uno de los tiempos en que estamos en esta no realidad.
Seguimos guiones marcados y apuntalados por circunstancias de las que somos artífices no individuales, sino colectivos.
Pertenencia es nuestro sino.
Hay fuerzas que quieren forzar un sólo constructo de realidad.
Hay es dado luchar y no dejarse homogeneizar.
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