Has removido mi conciencia.
¡Se perdió tanto!
Siempre cae al fondo del océano el lastre que sobra.
¡Tantos muertos a deshora!
Hay un final de viaje imprevisto, pero se espera cubrir el ciclo.
La vida tiene sus ritmos.
Falsarios atesoran lo que les sobra., cerrando las puertas a quienes ni aire y agua tienen.
Sembraron la muerte, sin mirar a poniente.
Siempre a delante con sus ideas hueras.
Las respuestas se acallan con mordazas.
Silenciaron.
Siempre hay quien se vende y sirve al que le paga.
Traidores de sus iguales.
Vendieron mentiras de falsas propuestas.
Heridas que con el tiempo sanaron mal cerradas dejando las puertas abiertas al rencor y discordia.
Aparentaban.
Ayer no pude venir.
Estaba dolida por todo lo que esto remueve.
El fondo del pozo de mi memoria enloda las aguas posadas y remansadas
He copiado lo que escribí sobre ese material que hoy no puede decirse papel.
Muchas buenas intenciones llevaron a hacer de él objeto de museo.
Otros medios salieron con atributos de materiales alternativos a explotar otros entornos y paisajes.
Habría que volver a la memoria distribuida y compartida, como se hacía para rescatar los libros quemados, en esa historia que anunciaba su muerte, Fahrenheit 451, de Ray Bradbury.
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